“Ahora el STUNAM y el SUNTU... se empeñan en la lucha común… por el advenimiento de un México grande en libertad y en la justicia”
El presente es un texto que Rubén Bonifaz Nuño escribió en 1994 y que leyó durante la ceremonia de entrega de premios a los participantes del Primer Concurso Nacional de Poesía (1994) que llevó su nombre y que organizo el mismo poeta, el Sindicato de Trabajadores de la UNAM y el Sindicato Único Nacional de Trabajadores Universitarios. Para los sindicalistas es un orgullo que hayamos tenido como amigo a uno de los filósofos y poetas más importantes de habla hispana. En lo particular lo he catalogado como uno de los integrantes del grupo de sabios del Siglo XX que ha tenido México, a la altura de Eli de Gortari, Miguel León Portilla, Adolfo Sánchez Vázquez y Faustino Miranda, entre otros, que han marcado con sus aportaciones una firme huella en la conformación de la cultura y las ideas mexicanas del pasado siglo.
Bonifaz Nuño en varios momentos estuvo inmiscuido con el sindicalismo universitario, desde que departió con los trabajadores de la Imprenta Universitaria, quienes en los años 50 y 60 militaron en el Sindicato de Trabajadores de la Imprenta Universitaria y la simpatía que tuvo con el STUNAM, debida a la cual con este sindicato organizó de 1994 a 1998 lo que se conoció como el Concurso Nacional de Poesía “Rubén Bonifaz Nuño”.
En esta colaboración para Legado Sindical transcribo las palabras que el poeta pronunció en 1994; en ellas muestra una gran coincidencia con los objetivos de lucha de los trabajadores universitarios.
He aquí este maravilloso Texto.
“De unos años acá, he acostumbrado rehusarme a aceptar homenajes. Una de las poquísimas ventajas de vejez, consiste en el conocimiento que otorga acerca de la exigüidad de los propios merecidos.
El mayor de los míos radica en el hecho de que he desquitado, como trabajador, el sueldo que la Universidad me ha pagado durante 40 años.
Merecimiento de la Universidad es el de haberme dado siempre más de lo que de mí ha recibido. Porque me dio sin cesar bienes muy superiores a ese sueldo; entre ellos, el fortalecido sentimiento del honor y de la patria, la voluntad de ser libre.
Así, me he negado a admitir homenajes, porque en verdad no me corresponderían a mí, sino a la Universidad. Ella es el origen y la causa de mis méritos, si alguno se me quiere reconocer.
Del homenaje que ahora me hacen el STUNAM y el SUNTU, tuve noticia cuando me llevaron los carteles impresos con la convocatoria al certamen en el que se contempla el homenaje mismo.
Para demostrar que lo he aceptado, solicité del STUNAM la autorización para tomar la palabra en este momento.
Son varias las razones que me justifican para recibirlo: en primer lugar, el homenaje proviene de una clase social con la que me identifico por procedencia, por educación familiar y de escuela, por definitiva convicción interior; esa clase que, a fin
de conquistar y mantener el reconocimiento de sus derechos; de ver cumplida su aspiración a la justicia, aseverada la posibilidad de sus luchas libertarias, se asocia en organizaciones sindicales.
Luego, me lo hace gente como yo, trabajadores universitarios; gente comprometida, como yo, a consolidar y engrandecer con su esfuerzo a esta Universidad a la cual todos nos debemos. De este modo, al reconocer algún valor a mi trabajo, se rinde, en realidad, homenaje a la Universidad que, como al de todos nosotros, le ha construido el ámbito propio para su desarrollo.